martes, 12 de julio de 2016

Copiloto

Creo que practicar senderismo es como comer fruta, a todos nos gusta pero nos da pereza.

Este pensamiento fue relevante para mí el otro día, lo tengo apuntado en mi bloc de notas, mientras celebraba el cumpleaños de Alfredo en la playa con la mejor sonrisa posible del momento que atravieso.

¿Qué tal? ¿Mola la frase? Valiente gilipollez, está claro que relevante no es y tampoco es la piedra filosofal del humanismo, pero ahí está, apuntadita.

También vimos una estrella fugaz del tamaño de Jupiter rozando la Tierra.
Los que la vimos gritamos, señalamos al cielo y nos atragantamos con nuestras Coca-Cola Zero, porque fue enorme.

No sé si alguien pidió un deseo, yo sólo pensé que a ella le hubiera gustado verla... y luego llegué a la conclusión del senderismo y la fruta.
Así hilo yo.

Mi amiga Sonia se ha tragado 500km desde Madrid para hacerme compañía y bucear conmigo.

Se mareó, no compensó bien, se desequilibró por llevar pesos mal repartidos y terminó la segunda inmersión cogiendo piedras para poder hundirse y vomitando por la borda del barco a 9'50 nudos por hora.

Pero le gustó la experiencia, el centro de buceo, y al calamar de un kilo que nos comimos la noche anterior también le gustó volver al mar.

La primera inmersión fue para ver peces luna, también conocidos como Mola-Mola, pero no hubo ninguno.
Siempre que voy yo no hay.
Lo que sí hubo fue una corriente preciosa que nos comió el aire a todos y la inmersión duró 34'.

Y en la segunda se me manchó de crema un ojo de la máscara cuando ya estaba BAAAAAJO DEL MAAAAAAR y estuve 15' intentando limpiarla hasta que gracias a que Encarni (la Divemaster) llevaba una de repuesto, cambié de máscara a 17m de profundidad.
No disfruté mas que el principio, un juego de luces precioso desde una grieta en la montaña a la que se accede a 9m bajo la superficie.
El resto estuve con la idea en la cabeza de que toda mi actual felicidad, mi estabilidad, mi hogar, mi construcción, están en manos de una persona que dice atravesar el más duro bache psicológico de su vida y su presunta ayuda profesional... que no me conoce en absoluto ni sabe quién soy.

Muy tranquilizador bajo el agua.

Y fuera de ella también.

Ante este panorama que obvia cualquier dolencia que me haya acarreado a mí todo esto, desde hace mucho más tiempo que una semana, recibo consejos como:

- Paciencia
- Dale tiempo
- Seguro que es una chorrada
- Tienes que entenderla

Y a mí que me follen.
Pues mira, sí, les haré caso.
Porque no me queda otra.

De ella aprendí la bondad, la actitud serena, la sonrisa sempiterna, la incondicionalidad del cariño y a ese movimiento lo llamamos Pichuttitude.

El Pichuísmo es la fe y la Pichuttitude su doctrina. Llevo siendo pichuista unos años y me va bien.

Ya lo he comentado en varias entradas, cuando algo me descolocaba y necesitaba saber cómo actuar yo pensaba ¿qué haría Carmen en mi lugar? así que seguiré con mi fe hasta que un nuevo Nietzsche me diga que mi dios ha muerto.

Sin olvidarme de desarrollar un poco el amor propio, que los que en ocasiones tenemos dudas de fe necesitamos un poco de ciencia también.

Lei una frase genial el otro día en el muro de mi amigo Carlos Coronil.
Carlos era el dueño del bar de la alegría en Madrid, el Pequeños Placeres.
La ideología del local era repartir sonrisas y felicidad, era un lugar donde se respiraba buenrollismo, plagado de mensajes y respuestas positivas.

Estos datos que aporto no son relevantes, son porque admiraba su concepto de negocio y quería que os molara como me molaba a mí.
Se cerró por la mala gestión de la Administración Botella y posteriormente la de Carmena.
Una pena.

La frase es de Alberto Espinosa:

"Si el cuerpo come cosas que no son sanas y las convierte en velocidad y en energía... El alma puede llegar a hacer lo mismo con las malas experiencias del corazón..."

Esto es así.
Una verdad como un templo que no sólo voy a poner en práctica, sino que os invito a practicar conmigo.

También le he estado dando vueltas a que por norma general, en los accidentes de coche, el gesto de autoprotección del conductor mata al copiloto.

Y aunque no consuela lo más mínimo ayuda a entender el egoismo de las reacciones impulsivas del último momento.

Tras la siesta mi amiga María Luján me escribió desde Berlín, para bajarse desde allí a estar conmigo, pero al final no pudo ser. Lástima, hubiera batido el record de amigas macizas que se pegan cientos y miles de kilometros por darme mimo y apoyo.

Porque... que yo esté en la playa no influye... ¿no? 😂

Hubiera molado y se lo agradezco muchísimo.

Sonia y yo jugamos al billar, yo bailé reggaeton, tuvimos dudas sobre laísmos y leísmos, Sonia ganó al billar, yo dejé de bailar reguetón.

En la orilla de la playa coincidí con la que fue la portera del edificio donde casi naci, Delia, aquí en Torrenueva.
Se deshizo en besos y elogios.
Qué suerte recibir cariño espontáneo así.

Se fue el sol, Sonia y yo nos pusimos guapos y salimos a cenar.

Tomamos helado viendo la luna reflejada en el mar y me acosté con una taquicardia fuerte.

Hoy me he despertado a las 7h, soy conciente de no haber felicitado el cumpleaños a mi superamiga Mary Solomary, de no querer responder whatsapps que preguntan '¿Qué tal?¿Mejor?' mientras estoy con Sonia, y me siento pelín mal por ello pero se me perdona hasta que se vaya.

La foto es de mi nuevo bañador.
Es friki al máximo pero nadie se da cuenta, pasa por bañador chulo y yo tan frikiliz.

Mi amigo More MEro ha pedido dinero para salvar a su erizo Spagett, está muy enfermo y More pelado, pero lo adora, así que participé en el crowdfunding y Spagett se ha salvado.

Me pregunto dónde estará esa campaña del verano tan famosa, la del 'No lo abandones, el nunca lo haría', porque ¡se me están acabando los argumentos! :)

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